Se cumplen 50 años del asesinato de Orlando Martínez: Un símbolo de la libertad de expresión

Hoy se cumplen 50 años del asesinato del periodista Orlando Martínez Howley, un crimen que marcó un antes y un después en la historia de la lucha por el estado de derecho en la República Dominicana. Medio siglo después, su nombre sigue siendo sinónimo de la defensa de la libertad de expresión y el periodismo comprometido. La frase que escribió en una de sus últimas columnas, «Las ideas no se matan», resuena como un llamado a la resistencia frente al silencio y la represión.

El periodista incómodo

Orlando Martínez nació en Las Matas de Farfán en 1944 y se formó como periodista en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) durante los convulsos años 60. Militante del Partido Comunista Dominicano (PCD), se distanció con el tiempo de la política activa para centrarse en un periodismo independiente y crítico, pero sin abandonar sus ideales progresistas. A través de su columna Microscopio en El Nacional, Orlando denunció los abusos, la corrupción y la represión del gobierno de Joaquín Balaguer, convirtiéndose en una figura incómoda para el régimen. Su pluma fue un bisturí que desnudó las entrañas de un gobierno marcado por el terror y la censura.

La lucha por la justicia

No fue hasta el año 2000, bajo el gobierno de Hipólito Mejía, cuando el caso de su asesinato fue reabierto. Los militares Mariano Cabrera Durán, Rafael Lluberes Ricart y Joaquín Pou Castro fueron condenados como los autores materiales del crimen, pero los autores intelectuales nunca fueron llevados a juicio. El presidente Balaguer, en sus memorias, dejó una página en blanco sobre el asesinato de Orlando, y falleció en 2002 sin revelar detalles del caso, como había prometido hacerlo tras su muerte.

En una carta escrita a su madre, Orlando había dejado un mensaje claro: «Si alguna vez me matan, dile a la gente que sigan. Que las cosas cambiarán.»

Un legado disputado

Tras su muerte, el Partido Comunista Dominicano asumió su figura como un mártir revolucionario, y su imagen fue utilizada en afiches, marchas y consignas. Sin embargo, quienes lo conocieron señalan que, para el momento de su asesinato, Orlando había dejado atrás la militancia activa y se había centrado en el periodismo independiente. Según el historiador Frank Moya Pons, Orlando había elegido el periodismo como su compromiso central, ejerciendo desde una ética de la independencia.

Memoria viva

Cada 17 de marzo, periodistas, estudiantes y ciudadanos visitan el busto de Orlando en la Avenida José Contreras. Allí se repite la consigna que él mismo dejó escrita: «Las ideas no se matan». A través de su legado, Orlando Martínez sigue siendo un símbolo de la integridad periodística. Cincuenta años después, su mensaje permanece vivo: las ideas viven.